Ansiedad, Angustia y Estrés: ¿Cómo diferenciarlos y qué hacer?
En mi experiencia como psicólogo, uno de los temas que más escucho en el consultorio y en las conversaciones cotidianas es: “Estoy estresado”, “Me siento ansioso” o “Tengo mucha angustia”. Y aunque solemos usar estas palabras como si fueran lo mismo, en realidad no lo son. Diferenciar entre ansiedad, angustia y estrés no es solo un tema académico, es algo que puede marcar la diferencia en cómo cuidamos nuestra salud mental y en la forma en que enfrentamos los retos de la vida.
¿Por qué es importante conocer la diferencia?
Estrés: la presión del entorno
El estrés es una reacción natural de nuestro cuerpo ante demandas o exigencias externas. Puede aparecer antes de un examen, en el trabajo o cuando tenemos demasiadas tareas pendientes. No siempre es malo: un poco de estrés puede motivarnos a actuar. Pero cuando se vuelve constante y no sabemos cómo manejarlo, comienza a desgastarnos física y emocionalmente.
Ansiedad: la alarma interna
La ansiedad se parece al estrés, pero no siempre necesita de un estímulo externo que representa una amenaza. Es como una alarma que se activa aunque no haya un peligro real. Se manifiesta con pensamientos anticipatorios (“¿y si algo malo pasa?”), palpitaciones, dificultad para concentrarse, insomnio, entre otros síntomas. La ansiedad es más persistente y, si no se atiende, puede limitar la vida diaria.
Angustia: la opresión emocional
La angustia se vive más desde lo emocional que desde lo físico. Es esa sensación de vacío en el pecho, de ahogo, de tristeza mezclada con miedo. Muchas veces aparece cuando enfrentamos pérdidas, cambios drásticos o situaciones que sentimos incontrolables. A diferencia del estrés y la ansiedad, la angustia suele conectarse con una experiencia más profunda y dolorosa.
¿Cómo podemos afrontarlos?
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Estrés: organiza tus actividades, prioriza y recuerda darte pausas. La respiración y el ejercicio son grandes aliados.
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Ansiedad: practica técnicas de relajación, identifica tus pensamientos anticipatorios y busca enfocarte en el presente. La meditación y el mindfulness pueden ayudarte.
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Angustia: permite sentir lo que estás viviendo, busca espacios de apoyo emocional y habla de lo que sientes. Escribir, crear o compartir con alguien de confianza suele ser liberador.
¿Cuándo es necesario pedir compañía profesional?
Es normal sentir estrés, ansiedad o angustia en determinados momentos de la vida. Pero si estas emociones se vuelven intensas, constantes o afectan tu trabajo, tu descanso, tus relaciones o tu bienestar general y que te están incapacitando para continuar tu día a día, es momento de buscar ayuda profesional. Acudir con un psicólogo no significa que estés roto, o que seas insuficiente, significa que quieres entenderte mejor y aprender nuevas herramientas para vivir con mayor equilibrio.
Reflexión final: Conocer estas diferencias no solo nos permite ponerle nombre a lo que sentimos, sino también tomar decisiones más conscientes para nuestro bienestar.
Recuerda: la salud mental es parte de tu vida, y cuidarla es un acto de responsabilidad contigo mismo.

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