10 errores comunes al iniciar consultoría psicológica… y cómo convertirlos en aprendizaje significativo. Una reflexión desde la práctica clínica y la formación profesional.


Iniciar el camino de la consultoría psicológica es uno de los pasos más emocionantes —y desafiantes— para cualquier estudiante de psicología o recién egresado. Hay una mezcla de entusiasmo, nervios, responsabilidad y, sobre todo, la profunda convicción de querer acompañar a las personas en momentos complicados de sus vidas.

Sin embargo, es natural que en ese primer tramo aparezcan dudas, tropiezos e incertidumbres. No porque “falte capacidad”, sino porque nadie aprende a hacer clínica solo desde los libros. Se aprende haciendo, reflexionando, equivocándose y volviendo a intentar. Y justo ahí está la riqueza de nuestro oficio.

A continuación te comparto 10 errores comunes que he visto repetirse una y otra vez en quienes inician este camino. No como una lista para señalar, sino como una guía para que puedas mirar tu práctica con honestidad, fortalecer lo que ya tienes y construir lo que aún falta.

Porque crecer como terapeuta no es cuestión de perfección, sino de conciencia.


1. No tener claro qué es la alianza terapéutica… ni por qué es tan determinante

Muchos inician creyendo que lo más importante es “hacer bien la intervención”. Pero antes de cualquier técnica, está la relación.
La alianza terapéutica es ese puente de confianza, colaboración y seguridad que permite que la persona se abra, reflexione y avance.
Sin alianza, no hay proceso. Y comprenderlo desde el inicio cambia por completo la forma de acompañar.


2. No definir la base teórica de sus intervenciones

Sin una corriente psicológica clara —conductual, humanista, sistémica, TBCS, etc.—, las estrategias se vuelven improvisadas.
Tu base es la brújula que articula cada acción, cada pregunta y cada intervención.
No se trata de casarte con una teoría, sino de saber desde dónde trabajas y por qué lo haces así.


3. Entrar a la sesión sin una estructura inicial

Flexibilidad no significa improvisación.
Toda sesión requiere un hilo conductor: cómo iniciar, cómo avanzar y cómo cerrar.
Una estructura clara es un sostén —para ti y para la persona— que permite que el tiempo sea útil, humano y significativo.


4. No establecer objetivos terapéuticos

La primera sesión no es solo para conocer la historia del consultante; es para acordar hacia dónde iremos juntos.
Sin objetivos, la sesión se vuelve difusa, cansada, sin dirección.
Con objetivos, el proceso se vuelve medible, realista y esperanzador.


5. Creer que los objetivos nacen del terapeuta

Este es un error crítico cuando no se tiene claro el enfoque.
Los objetivos no son tuyos.
Son de la persona.
Tu tarea es acompañar a descubrir qué quiere lograr y cómo quiere sentirse.
Imponer tus “deberías” bloquea la autonomía y apaga la motivación.


6. No saber qué tipo de intervención se está ofreciendo

¿Es orientación?
¿Consejería?
¿Intervención psicológica?
¿Terapia?
Cada modalidad tiene profundidad, límites y propósitos diferentes.
Cuando el terapeuta no lo distingue, el proceso se confunde… y la persona también.


7. Creer que la sesión consiste en dar consejos

Decir “haz esto” no es hacer terapia.
La consultoría psicológica no es un instructivo de vida.
Acompañar es preguntar, explorar, clarificar, devolver, comprender, no indicar cómo debe vivir alguien más.
Un consejo puede generar dependencia; una buena intervención genera autonomía.


8. No diferenciar entre opinión personal y opinión profesional

Tus gustos, creencias y experiencias personales no son guías clínicas.
Tu labor es ofrecer criterio profesional, basado en evidencia, ética y metodología.
La madurez clínica surge cuando puedes escuchar sin juzgar y acompañar sin imponer.


9. No confiar en lo aprendido

Muchos inician creyendo que “no saben suficiente”.
Pero sí saben.
Solo necesitan practicarlo en la realidad, observarlo, ajustarlo y volverlo suyo.
La confianza profesional no nace de la perfección, sino de permitirte estar presente, preparado y humano.


10. No darse permiso de experienciar, aprender y seguir construyendo

Ser terapeuta es una construcción de vida.
Siempre habrá algo nuevo que aprender, revisar y resignificar.
Lo importante es abrirte a las experiencias, reconocer lo que funciona, descartar lo que no, y confiar en corrientes basadas en evidencia que respalden tu práctica clínica.
El crecimiento siempre será continuo, mientras exista humildad para seguir aprendiendo.



Si estás comenzando tu camino en intervención  psicológica o ya diste tus primeros pasos, recuerda algo:
nadie nace sabiendo hacer clínica, pero todos podemos formarnos, mejorar y acompañar con humanidad.

Equivocarte no te convierte en un mal psicóloga (o).
No cuestionarte, no reflexionar y no mejorar… eso sí puede limitarte.

Confía en tu formación.
Confía en tus herramientas.
Confía en tu capacidad de crecer.

Y, sobre todo, recuerda que acompañar a alguien en su proceso es un privilegio profundo.
Hazlo desde la ética, la humildad y la convicción de que tu trabajo puede transformar historias.

Psic. Emmanuel Martín 
Psicólogo de Profesión, Terapeuta por Convicción y Mentor por Vocación.

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